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El Pasado Perdido, capítulo 12. Al caer el alba

13/5/15
-¿Aria? ¿Sigues ahí?- me preguntó Marc al ver que no hubo respuesta.
-Ehm, Marc, es que, decidir una respuesta tan rápido tras lo que me hiciste…- respondí, nerviosa como cuando vi a Andy.
-¿Podemos hablar mañana en Magix?- me preguntó al otro lado del teléfono.
-Estoy en Gardenia.-
-¿En Gardenia? ¿Y qué haces allí? ¿No puedes venir para mañana?- me sentía tan nerviosa que no podía responder, apartando el teléfono de mi oreja y terminando la llamada. Me sentía mal por haberle colgado en medio de la conversación, pero no había más remedio.

-¿Qué ocurre? ¿Quién era?- me preguntó Andy al ver mi mirada preocupada ante el bolso.
-Oh, nada, gracias por preguntar. Debo irme, se me hace tarde y mañana tengo cosas que hacer.- iba a darle un abrazo de despedida cuando una voz femenina y chillona llamó a Andy por su nombre.

-¡Andy, Andy, estoy aquí!- dijo la muchacha acercándose a él.- ¡Mitzi!- respondió él acercándose y dándole un beso. Aquel movimiento de Andy paró mi corazón durante unos instantes.
-Oh- dije desilusionada-, ¿sois novios?-
-Si, desde hace 6 meses.- me respondió Mitzi.- ¿Tu eres Aria?-
-Si.- contesté de mala gana.- Creo que mi hermana Bloom te habló de mí, es un placer conocerte.-
-Ah, eh… Lo mismo digo- dijo de mala gana, como si no pensara lo mismo –porque no lo hacía–. Hubo unos segundos de silencio en la conversación, mientras de fondo sonaban canciones del Frutti Music.
-Ehm… Creo que yo me voy ya, debo hacer cosas mañana. Hasta mañana…- me despedí, mientras que solo Andy me despidió.- Vaya chica más antipática.- pensé.

Llegué a mi antiguo apartamento -viví durante unos días en ese apartamento en la 1º temporada-, cojí la llave y entré. Estaba igual que antes. Sonó mi teléfono móvil.

-Hola.- me dijo una dulce voz, pero no estaba muy feliz.
-Hola, Daphne. ¿Qué tal allí en Domino? ¿Y Bloom?-
-Nos dejaste.-
-¿Cómo?- añadí sin aliento.
-Nos dejaste. Nos dejaste. ¡Nos dejaste, sin decir nada! ¡Te fuiste sin decirme nada! ¡Te fuiste!-
-Si. ¡Sí, te dejé, Daphne, te dejé, os dejé a todos, no tuve elección!- grité interrumpiéndola.
-¿Por qué nos dejaste, Aria, por qué?-
-Lo dije, os tuve que dejar. Ya sabes, Marc cortó conmigo, tú…- contesté siendo  interrumpida por mi hermana. -¿Yo? ¿Yo influí en que te fueras a Gardenia?- me preguntó confusa.- Contéstame.-
-Es difícil de explicar.- contesté sin palabras.- Eso quiere decir que fui yo la que te hizo ir allá. ¿Me equivoco?-

-Sí.- murmuré.- No fuiste tú, Daphne, no fue ni por ti ni por nadie, solo es que necesito un tiempo sola. ¿Acaso no puedo?- pude oír al otro lado del teléfono un suspiro de alivio.- Si que puedes, claro que puedes, pero debiste decírmelo. Nadie me lo dijo, tuve que averiguarlo yo. ¿Por qué no te despediste de mí?- suspiró.- En fin, el caso es que se arregló el malentendido, ¿no?- me contestó mi hermana al otro lado del teléfono.- Si, supongo.- añadí con una risa falsa.- En fin Daphne, te tengo que dejar.-
-Adiós.- se despidió. Yo solté un gran suspiro de alivio.- Casi descubre todo.- Lo que yo no sabía era que no colgué bien la llamada telefónica, y Daphne lo oyó todo.- ¿Cómo? ¿Qué dijiste?- me preguntó, yo cojí de nuevo el teléfono.- ¡Daphne! ¿No colgaste ya?-

-Al parecer no. ¿Qué me ocultas? Soy tu hermana.- Colgué la llamada –esta vez correctamente–. Necesitaba alguien de Gardenia que me pudiera ayudar, sin tener que decir nada ‘confidencial’. Y se me ocurrió la persona perfecta. Agarré de nuevo mi bolso y salí de la casa. A mitad de mi camino empezaron a caer pequeñas gotas, y el cielo que antes era despejado pasó a ser gris. Y claro, no tenía paraguas.
  -Ni se te ocurra usar magia, no uses magia,…- me repetía constantemente. Aquella persona a la que buscaba salió de su casa para recoger la alfombra que había a los pies de la puerta, ya que se estaba mojando, hasta que me vio buscando la casa correcta –ya que hacía mucho tiempo que no iba ni a esa casa ni a Gardenia y no me acordaba–.

-¿ Aria?- me preguntó aquella señora, sin poder verme bien por las gotas de lluvia. Yo miré a mi izquierda. Era ella. Aquella persona a la que buscaba.
-¡Vannesa!- exclamé.- ¿Qué haces aquí, en plena lluvia? ¡Anda, entra! Te calentarás con la chimenea.- me hizo con una señal para que entrara.
-No es necesario, de verdad. Aunque justamente venía buscándote, pero  ya si eso volveré mañana, cuando esté el tiempo mejor.- añadí.- ¡No, mujer, entra! No es molestia. Además, cojeras un resfriado. Venga, entra.- me dijo, tendíendome la mano para acercarme a la puerta. Yo accedí, y Mike, su marido,  que me recibió muy amablemente, encendió fuego para que me pudiera calentar, además de servirme una taza de té. Yo le agradecía todo lo que hacía.

-Bueno, Aria, ¿y qué tal?- me preguntó el padre adoptivo de Bloom.- Bueno… He estado mejor.- añadí.- Pero en general, bien. ¿Y vosotros?-
-Muy bien. Últimamente hace muy buen tiempo en Gardenia, pero hoy le ha dado al tiempo por ponerse lluvioso. Espero que mañana esté soleado, empiezan las bodas y comuniones en Gardenia y me pedirán muchas flores, tendré que ponerlas fuera para que la gente lo vea.- comentó Vannesa viendo a través de la ventana que había a su derecha.- ¿Y a qué viene esta visita a Gardenia?- preguntó.
-Quería pasar un tiempo sin magia.- contesté sin más.- Bueno, creo que debo irme ya, se hace tarde.- añadí observando el reloj que se hallaba encima de la chimenea.- Os agradezco todo lo que habéis hecho, por haberme acogido en este rato. Gracias.- comenté.- De nada. Dale saludos a Bloom y a las Winx. Y a su hermana… ¿Daphne se llamaba?- aquella primera palabra de la pregunta me recordó a la llamada de hace unas horas que tuve con ella.
-Si.- contesté.- Se llama Daphne.- les hice un gesto de despedida y salí de la casa recordando aquellas palabras de nuestra conversación telefónica, que resonaban en eco en mi cabeza como un trueno. Tras unos pasos, la tormenta cesó. Lágrimas descomunales salieron de mis ojos recordando la conversación.
‘’ -Nos dejaste, nos dejaste. ¡Nos dejaste, sin decir nada! ¡Te fuiste sin decirme nada! ¡Te fuiste!-‘’

Pude ver a lo lejos una pareja feliz, apoyados en una pared hablando. No pude ver apenas bien, ya que era tarde y estaba muy cansada, además de las lágrimas. Me acerqué más. Andy y Mitzi. ¿Tenían que ser ellos? Tendría un día perfecto. Primero lo de Daphne, ahora lo de Andy. ¿Qué sería lo siguiente?
Aria!- me llamó Andy.- Hola.- saludé.- ¿Qué tal? ¿Qué hacéis a estas horas de la noche?-
-¿Y a ti qué te importa?- refunfuñó Mitzi.- Ehm…- me sorprendí al ver lo que dijo.- No pasa nada por que pregunte. Es generoso por su parte pararse a preguntar. No seas así, Mitzi.- replicó Andy. Al oír eso, una pequeña sonrisa se formó en mi rostro.
-Debo irme. Se me hace tarde. Mañana será un largo día.- me despedí, oyendo a Mitzi:
-Cariño, voy un momento al Frutti Music, se me olvidó decirle una cosa a May.- oí sus pasos tras mi espalda. Ella aceleró su paso hasta desaparecer en la vista de Andy. Ahí, se acercó a mí, cogiéndome del brazo y haciéndome parar.

-¿Qué pasa?- pregunté.- ¿Tú no ibas al Frutti Music?- dije en tono irónico.- ¿Quién te crees para hacerte con mi novio? ¿Quién te crees ser? Pues que sepas que tiene novia, y si ibas tras él, se siente, porque ya tiene novia, que soy yo. ¿Te quedó claro?-
-¿Qué?-
-No te hagas la tonta. Sé que estás por mi novio.-
-A ver, Mitzi. Eso es pasado, ahora no siento nada por Andy. Y no iba a ‘robártelo’, como dices. Y no iba tras él. ¿Todo aclarado?- me solté de su agarre.- Ahora, si me disculpas, tengo que irme.- dije dándome la vuelta y prosiguiendo mi camino.- Eres como Bloom. Siempre decidida a algo, pero que no se sabe qué oculta muchas veces.- ¿Bloom ocultaba algo, tal vez? Esto me llevó a otra duda en mi vida sin respuesta. No me atreví a decir nada, para no formar líos.
 
En mi camino interminable a ninguna parte, empezó a aparecer el alba. Miré mi reloj: Las 05:00 a.m. ¿Tanto tiempo estuve fuera? Mis pies estaban agotados. Andar tantas horas dio resultado. Mi pelo se veía un poco revuelto, mi ropa arrugada. Pasé mala noche pensando en Daphne. Pude ver a lo lejos a la madre adoptiva de Bloom, Vannesa, abriendo las puertas de su floristería.

-¡Vanessa!- llamé.- ¡Aria! ¿Qué tal? Wow, estás…-
-Lo sé, estoy fatal. Pasé una noche horrible. Y dime, ¿por qué abres hoy tan temprano?-
-¿Temprano? Son las 10:30, siempre abro a esta hora.- ¿Ya eran las 10:30? ¡Si miré mi reloj y eran las 5:00!
-¿Las 10:30? Pero si eran las…- suspiré.- Nada.-
-¿Te encuentras bien? Te veo mala cara.- me comentó Vannesa.
-Ah, estoy cansada, eso es todo.- No quería darle pistas sobre lo que estaba pasando con Daphne, y con Bloom, ya que son sus padres adoptivos y aunque no sean sus padres verdaderos, se siguen preocupando mucho por ella ya que la criaron durante 16 años.  
-Oh. Bueno, te tengo que dejar, tengo que abrir la tienda.- dijo Vannesa con cara atareada. Pude darme cuenta de que tenía que preparar muchas flores y ramos de flores, y que la estaba interrumpiendo.- Puedo ayudarte, si quieres.- me ofrecí, compensándola por haber perdido un poco de tiempo en hablar conmigo, además de lo que hizo la noche anterior, acogiéndome en su casa después de la inmensa lluvia.
-¡No, mujer! Seguro que tienes cosas que hacer.- rechazó Vannesa.
-No es molestia, de verdad. Ayer me acogió en su casa en plena noche, le debo una.- insistí, haciéndola asentir.

 Al entrar, me señaló ramos desordenados.
-Para que puedas empezar con buen pie, podrías colocar estos ramos de flores, que queden bonitos y que llamen la atención. Recuerda que hay algunos ramos que no están hechos, tendrán que clasificar las flores. Al principio parece difícil, pero en cuanto lo pruebas te acostumbras enseguida.- dijo. Yo admiraba la cantidad de flores y ramos que había, eran todos preciosos.
- Me pondré enseguida.- afirmé.
-Y recuerda, ni se te ocurra entrar en el almacén.- me dijo.

Empecé a ordenarlo todo mientras Vannesa atendía a la clientela.
-Aria, voy a salir un momento, te dejo al cargo de la tienda, ¿vale?- encargarme de una tienda era nuevo para mí… Aunque asentí, y me coloqué en el mostrador, cuando apareció un chico de cabello negro, con una chica del mismo color de pelo.

-Hola, venimos a por un ramo…- la chica le interrumpió.- ¡Quiero el ramo más bonito de la tienda, ahora, ya estás tardando!-
-Ehm, claro, enseguida.- les traje un bonito ramo.- Siento la tardanza, tuve que hacerlo ahora.-
-Qué feo.- replicó la chica.- Es muy bonito.- dijo el chico.- Andy, es horrible.- replicó ella de nuevo.- ¿Se lo van a llevar o no?- pregunté con poca paciencia.-
-Si- el chico cogió el ramo y se fueron, con la chica replicandole sin parar:
-¡Ay, escogiste el peor ramo!-
-Mitzi, es muy bonito, además, se ha molestado en hacerlo.-
-Bueno, vale, si a ti te gusta, si.- y le dio un beso. 

Yo me giré, y suspiré. Me alegraba de que se hubieran ido. La puerta del almacén estaba poco abierta, por lo que pude ver que había algo muy luminoso que resaltaba toda la oscura habitación. No sabía si entrar. Me armé de valor, sin importarme lo que me dijera Vannesa, y apreté el interruptor que alumbraba la sala entera. Vi muchos ramos de flores hermosos.- Tal vez debí entrar antes a ver si a Mitzi le gustaba algún ramo.- pensé. Me fijé especialmente en un rincón oscuro, no había luz que la alumbrara, sin contar la luz que resaltaba de aquel objeto que estaba sumergido en la oscuridad. Me acerqué y vi un libro con incrustaciones de oro, había algo escrito en letra antigua, se notaba que el libro tenía muchísimos años, estaba muy desgastado, y el papel era muy antiguo. Era eso lo que resaltaba, pero no las incrustaciones de oro, había algo brillante dentro. Abrí el libro por la primera página, había un título:


‘La chica que huyó del mundo’

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