Prólogo
Janette se miró al
espejo y se recogió en una trenza su larga cabellera rubia con tonos rojáceos
en algunos lugares concretos, como las puntas o la parte cercana a la cara. Se
puso una goma azul cielo, el mismo color que sus ojos poseían, y sonrió al
espejo como si de una persona se tratase. De repente la puerta de su habitación
se abrió.
Gio: ¡Jan! ¡Grandes
noticias desde el palacio!
La hermana del
chico respondió con fuego. Literalmente.
La puerta quedó
carbonizada.
Jan: ¡Toca antes de
entrar!
Gio: -Ignorándola- Bueno, bueno, bueno… A lo que iba…
¡Noticias desde el palacio!
Giovanni saltó de
emoción y movió las manos frenéticamente en un intento de hacer reír a su
hermana.
Jan: Habla.
Gio: Será mejor que te
sientes.
Janette obedeció a
su hermano, y se sentó en la cama. Miró durante unos segundos la ventana. Fuera
nevaba, como siempre.
Gio: Adivina.
Jan: ¿El qué?
Giovanni volteó
los ojos.
Gio: ¿Qué va a ser?
Bueno, no importa, te lo cuento. ¡Mamá está embarazada!
Jan: ¿¡De verdad!?
Gio: Sí, mañana
vendrán papá y mamá y nos darán la noticia personalmente. Tú solo haz como que
nada de esto ha pasado. Yo no te he dicho nada. Tú no has oído nada. Todos
felices.
Jan: ¿Y tú cómo sabes
eso?
Gio: Le prometí a Carlo
que no le diría a nadie que me lo dijo él.
Janette miró a su
hermano con los ojos excesivamente abiertos, seguía siendo un crío.
Gio era igual a su
hermana, pero con el pelo corto y mucho más alto que ella.
XXX: ¡AH! ¡ME QUEMO, ME QUEMO!
Jan: Creo que nuestro
grandísimo cuidador se ha vuelto a quemar mientras hacía la comida…
Gio: Algo me dice que
sí…
Los dos mellizos
salieron de la habitación de la chica y anduvieron por el pasillo hasta la
cocina, de donde procedían los gritos, sin ninguna prisa. Entraron y vieron a
Carlo, un año mayor que ellos, curando a Brandom, su padre. Stella entró por la
puerta trasera y nieve se coló en la cocina. La madre de Carlo y mujer de
Brandom dejó su chaqueta de pelo sobre una silla y se soltó el pelo. Hizo un
chasquido con la lengua y los observó a todos.
Stella: ¿Te has vuelto a
quemar?
Brandom soltó la
mano que su hijo tenía agarrada para poder curársela y la escondió detrás de su
espalda.
Brandom: N-no… Que va… No
sé de qué me hablas.
Carlo miró hacia
otro lado y tosió.
Carlo: Ejem, mentiroso,
ejem.
Jan rió.
Stella: ¿No sabes hacer
nada bien?
Brandom: Sé…
Stella: A parte de luchar.
Brandom miró hacia
abajo.
Brandom: No.
Stella anduvo
hacia su marido y le tendió la mano. Brandom puso su mano sobre la de ella.
Stella: Esto no es nada,
ya se curará.
Brandom: Si tú lo dices...
Carlo salió de la
cocina en dirección al salón y los otros dos lo siguieron. Desde siempre los
tres habían sido mejores amigos, incluso antes de que Solaria desapareciese
misteriosamente...
Jan: ¿Es verdad eso de
que Bloom está embarazada o es otra de tus bromas?
Carlo abrió los
ojos y aquellas grandes piedras marrones se dirigieron hacia Giovanni, que le
dedicó unas palabras a su hermana:
Gio: Bocazas.
Carlo: ¿Por qué se lo
has dicho? ¡Tú sabes actuar, ella no!
Jan: Sigo aquí.
La chica chasqueó
los dedos para atraer la atención de Carlo, que no le hizo ni el mínimo caso.
Carlo: Cuando mañana
vengan vuestros padres y os den la noticia por la falsa cara de sorpresa de
Janette sabrán que lo he soltado.
Gio: Oh, vamos, no
creo que sea para tanto…
Carlo: Eso lo dices
porque no sabes, no has vivido y nunca experimentarás lo que hay más allá de la
puerta principal de esta casa.
Gio: Para empezar no
tendrías que haberme dicho nada si no querías que mi hermana se enterase.
Carlo: Hasta la más
mínima decisión, marcará un rumbo u otro en tu destino. Y créeme, lo que acabas
de hacer es marcar un rumbo que no conviene a nadie en la dimensión mágica.
Gio resopló y se
encogió de hombros. Se dio la vuelta sin decir palabra alguna y salió directo a
su habitación. Carlo le dirigió una mirada a la rubia y resopló. Ella se cruzó
de hombros y se sentó en el sillón más cercano. Janette lo miró con
desaprobación y él lo captó al vuelo.
Jan: Desde que éramos pequeños
he odiado vuestras peleas. Ya os dije que os dejaría de hablar si lo volvíais a
hacer.
Carlo: No sabes lo que
hay en juego. Realmente no lo sabes.
Y salió del salón.
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