Habían
pasado siete días desde la cita desastrosa. Hoy era el diecinueve de Diciembre.
Y muchas cosas habían pasado en una semana.
Luego de haberse desmayado, Bloom despertó y
descubrió que lo que parecieron días solo fueron unos pocas horas. Era cerca de
la una de la mañana del mismo día y Bloom se encaminó de vuelta a su hogar,
olvidando por el momento a Daphne y Sky. Una vez en el castillo de Domino, ella
explicó brevemente el problema con el que se encontró, sin revelar lo que hizo
Daphne. Se mandó buscar a la princesa de Domino y rey de Eraklion, y ambos
miembros de la realeza regresaron a sus hogares. Bloom, evadiendo bruscamente
las preguntas de sus amigas las Winx (que aún seguían en el castillo), se fue a
dormir inmediatamente, y no abrió los ojos hasta la mañana del día siguiente,
el trece del último mes del año.
Al siguiente día ella tuvo que dar más
explicaciones tanto como para sus padres como para los de Sky. Su historia fue
enteramente hecha de mentiras lo suficientemente creíbles para los reyes, y no
culpó a Daphne por nada de lo sucedido. En la tarde conversó con su novio en
privado, explicándole la situación, pero sin revelarle las visiones y
pesadillas que había
tenido. Sky no perdió la confianza en Bloom y ambos partieron en buenos
términos. Luego de ello Bloom tuvo que hablar con sus amigas y explicarles lo
ocurrido. Sólo a Stella le contó lo que pasó en realidad. Fue a dormirse
temprano, cerca de las tres de la tarde, pero Daphne aún no despertaba. El día
catorce, los padres de Bloom le dijeron a ella que Daphne había despertado
durante la noche. Pero no había hecho nada más que quedarse en su habitación y
pensar, y ella ahora estaba dormida. Bloom recordó lo ocurrido hace unos pocos
días, y no deseó hablar con su hermana. Desde ese día, Bloom empezó a irse a la
cama temprano, mientras que Daphne se levantaba en la noche mientras su hermana
dormía. Ambas no llegaron a hablarse por una semana entera. El dieciséis había
sido el cumpleaños de Tecna, pero al parecer no hubo ninguna fiesta y Bloom no
se sintió de un buen humor como para felicitar a su amiga por cumplir un año
más: veinticuatro en total.
Y ahora ella estaba comiendo su cena después de un largo y aburrido día..
Eran las siete y cuarenta y uno de la tarde, y sus padres habían decidido comer
con ella. Ahora Bloom estaba empezando a dormir a las mismas horas que antes,
pero a veces ella comía sus comidas demasiado temprano o demasiado tarde. Las
Winx no estaban en el castillo, sino en sus propios hogares ocupándose de su vida.
Pero de vez en cuando llamabana su amiga para preguntarle cómo se encontraba.
La familia sentada en la gran mesa del comedor comía silenciosa, y
ninguno de los tres se atrevía a hablar. Al parecer nadie tenía en mente ningún
tema del que hablar, uno que no fuera solamente compuesto por oraciones y
respuestas cortas, para luego acabar otra vez en el silencio.
-Pobre Daphne –suspiró Marion con tristeza, dejando de comer- ¿No opinas
lo mismo, Bloom?
Bloom sólo asintió, sin importarle mucho lo que su madre le decía. Ahora
ella sólo quería un momento tranquilo sin nadie que la interrumpiera.
-¿Por qué no hablas con ella? –preguntó su madre-. Estoy segura de que
eso la alegraría mucho. Verte después de tanto tiempo.
-No sabía que una semana era tanto tiempo –espetó Bloom, tratando de
decirle a su madre de forma indirecta: “no me importa, déjame en paz”.
-Aún así no has respondido a mi pregunta.
-No estoy de humor para visitarla.
-Debes haberte mejorado en siete días, yo puedo oír cuan alegre estás
cuando hablas con Stella o las otras por teléfono. ¿Y si ella vienen aquí para
acompañarte?
-No creo que acepten. Tienen su propia vida después de todo.
-Pero son tus amigas. El día que “desapareciste” una semana atrás se
quedaron hasta el anochecer aquí.
-No estoy de humor para hablar con mi hermana, madre, no preguntes
porque, no trates de meterme en mi cabeza, ¡y no trates de convencerme en hacer
algo que yo no quiero! –dijo Bloom alzando la voz, sabiendo que su madre no
dejaría de tratar de convencerla de una manera u otra si no la paraba a tiempo.
Se paró y dejó la habitación, subiendo las escaleras. Sus padres sólo la
observaron sin decir nada.
-¿Por qué no le dijiste algo? –le preguntó Marion a su esposo luego de
que los pasos de Bloom se hubieran alejado.
-Ella ya es una adulta, cielo –le dijo él-. Es capaz de hacer sus
propias decisiones ahora. No tenemos que estar detrás de ella como si fuera una
pequeña niña.
-Pero el no querer hablar con Daphne no es una buena decisión.
-No puedo convencerla, me quemaría si tratara de hacerlo. Ultimamente ha
estado más fría y agresiva. Sólo con sus amigas es como es en realidad.
-¿Crees que nos está escondiendo algo? –preguntó Marion en voz baja-. Toda
esta locura empezó desde su cumpleaños. El accidente, tu sabes. Dos días
después ella desaparece con su novio y hermana quién sabe dónde, y viene a
decírnos que luego de irse a una cita con Sky, Daphne se topó con ellos de
casualidad y juntas practicaron un combate. No me malinterpres, creo a nuestra
hija, y eso en definitiva ha pasado. Ellas antes han practicado muchas veces,
¿pero no crees que es demasiado? Casi mata a Sky y a su hermana. ¿Qué hizo
Bloom para que eso pasara?
-¿Lanzó un Dragón?
-Yo también pienso lo mismo, pero ella no es tan distraída como para
atacar a Sky de casualidad.
-Marion, creo que estás preocupándote demasiado. Es cierto, Bloom ha
cambiado, pero creo que eso es gracias a otros temas que no nos incumben. Puede
ser algo malo, lo sé, pero Bloom siempre ha querido manejar sus propios
problemas por si sola, y solo pide ayuda cuando necesita una mano, lo que muy
pocas veces ocurre. A crecido, ya no es la bebé que hace veinticuatro años
vimos nacer. Ella ahora vive su propia vida.
-Pero nosotros tenemos que de vez en cuando, preguntarle como van las
cosas. Conversar, charlar. Ayudarla cuando podamos. No nos ha querido decir
nada desde su cumpleaños. La veo cambiada. Pero no es un buen cambio: algo malo
ha pasado. Y no hablo de una trauma por atacar a Daphne, es otra cosa, pero no
logro decifrar qué es.
-Hay que hablar con ella y tratar de ayudarla, si es que algo malo ha
pasado en verdad. Pero si ella se rehusa y nos echa de su habitación, lo único
que nos queda hacer es esperar –dijo Oritel. Suspiró-. Es su decisión si ella
quiere nuestra ayuda o no.
-Muy bien. Hoy o mañana hablaremos con ella –finalizó Marion, para luego
ambos volver a su estado silencioso, escuchando y pensando.
Bloom entró a su habitación e inmediatamente agarró el teléfono
descansando sobre su cama. Marcó un número y esperó por la persona a que
contestara.
-¿Aló? –preguntó una dulce voz.
-Hola, ¿Flora? –Bloom oyó un pequeño chillido y un sonido de algo
dándose un fuerte golpe contra una cosa-. ¿Flora, qué pasó? –preguntó ella,
alarmada.
-Lo lamento, me tropecé con una planta, torpe yo –rió el hada de la
naturaleza-. Miele acaba de regresar del colegio de Linphea , y bueno, estoy
aprovechando para limpiar la casa y cuidar de las plntas mientras nuestra madre
prepara la cena. Hay muchas plantas aquí y allá, y tengo que tener mucho
cuidado.
-Oh, sí, claro –exclamó Bloom-. Olvidé que hoy era viernes.
-Y, ¿qué onda? –preguntó Flora alegremente. Bloom sonrió, además de
Stella, Flora era la segunda chica más optimista (y aún más calmada y razonable
que Stella) del grupo, y siempre estaba ahí para todas.
-Bueno, ¿cómo empezar? Puede tomar mucho tiempo –sonrió Bloom.
-Pues soy toda oídos.
Bloom suspiró. –Cuando éramos más jóvenes. Como de dieciséis, cuando
apenas habíamos cormado el Club Winx y recién teníamos novios, ¿recuerdas
cuánto nos peléabamos?
-Ah, sí. Hubo una vez que tú y Stella se pelearon con Sky y Brandon por
una fiesta de sombreros.
-¡Sí! Había olvidado eso. Tú fuiste la que me ayudó a ver las cosas de
otra manera, sin tu consejo no hubiera logrado ponerme en el lugar de Sky. Tú
sabes, habiendo vivido la guerra junto con Diaspro.
-Al menos ahora no hay guerra, y espero que nunca haya una de la que
nosotras seamos parte–suspiró Flora-. ¿Pero qué hay con todo eso?
-Lo que pasa es que creo que estoy en una situación igual que esa, Flora
–le explicó Bloom-. Creo que me estoy enojando por cosas minúsculas. Por
Daphne.
Flora dejó de regar sus plantas. -¿Qué ha pasado? –preguntó preocupada.
-Toda esta semana mis padres me han pedido que hable con ella. Pero no
quiero. Y quiero al mismo tiempo. Es algo confuso. Yo ya no confío en ella.
Sueña extraño pero, siento que ya no es la hermana que una vez tuve. Tú que
tienes a Miele, ¿alguna vez ustedes dos han tenido una gran discusión?
-Bueno, yo no diría “gran discusión” –respondió Flora-. Cuando Miele era
más pequeña, ella y yo nos peleábamos por todo. Las hermanas son así. Pero en
el fondo se aman de todo corazón.
-Me hablas de una hermandad desde la infancia. Yo no he tenido eso. He
perdido dieciséis años de mi vida con mi verdadera familia que nunca
recuperaré, y ahora que trato de disfrutar mi vida con ellos al máximo, todos
estos desastres vienen, ¡y yo ni quiero hablar con mi hermana! ¿Qué clase de
hermana soy yo entonces?
-Has pasado por mucho este Diciembre –le dijo Flora-, es comprensible
que no quieras hablar con Daphne después de todo esto.
-Lo sé, pero lo que te quiero preguntar es si debería hablar con ella o
no.
Flora suspiró. –Esa no es mi decisión, sino tuya, Bloom –murmuró. De
repente, Bloom pudo oír una voz apagada-. Lo siento, mi madre me llama. La cena
está ya lista –se disculpó Flora-. ¿Hablamos mañana?
(Escuchar Mientras Leen)
-Claro –respondió Bloom, un tanto desanimada. Sentía que aún no estaba
preparada para poder conversar con Daphne después de que ella haya tratado de
matarla a ella y a Sky. Colgó el teléfono. Dirigiéndose a la puerta, se recostó
contra ella. Con el mentón sobre sus rodillas, abrazó sus piernas y hundió la
cabeza. Suspiró y cerró los ojos. Su vida estaba hecho un enredo total. Todo
empezó desde esa desastrosa fiesta de cumpleaños. No, no ahí, empezó desde la
misma mañana. Despertando con aquella horrible pesadilla con Daphne siendo una
asesina...
-Pero parece que eso no era un simple producto de mi imaginación –se
dijo Bloom a si misma-. Parece que eso en verdad va a pasar.
No podía creerlo. Daphne, que siempre la había ayudado cuando ella había
descubierto que era un hada, la había ayudado a creer en si misma y recuperar
la Llama del Dragón que creía haber perdido. Ella se había convertido en una
persona muy querida para Bloom, por cinco años enteros su hermana había estado
allí para ayudarla. Sin ella nunca hubiera descubierto quien era en verdad, ni
recuperado su familia, ni salvado a su reino. Parecía ahora que Daphne era la
verdadera heroína, y no Bloom. Fue por eso que ella le devolvió la vida cuando
tuvo la oportunidad de pedir un deseo con la caja del Sirenix. Después de todo
lo que había pasado, ella merecía otra oportunidad para poder vivir de nuevo
junto con aquellos que ella amaba. Bloom finalmente pudo saber como se sentía
tener una hermana mayor en carne y hueso, y no una que era un fantasma, un alma
perdida. Pero a veces, tal como le había dicho a Flora, sentía un ligero
arrepentimietno por haber perdido dieciséis años con su hermana. Pudo haber
disfrutado de una vida feliz y de la compañía de Daphne, pudo haberla conocido
aún mejor y haber reído y llorado con ella desde niña. Tal vez incluso pudo
haber evitado que todo esto pasara. No era lo mismo conocer por primera vez a
un pariente cercano a la edad de los dieciocho como si fuera un extraño que
estar con ellos desde el nacimiento de uno.
Daphne era hermosa, tanto por fuera como por dentro. Ella era una buena
persona, divertida y querida, capaz de salcrificar su propia vida por los que
ama. Bloom y ella se volvieron muy unidas rapidamente y desde entonces
estuvieron juntas en las buenas y en malas, listas para ayudarse el una a la
otra. Pero ahora que ella veía cómo iban las cosas actualmente, solo podía
pensar en una Daphne cambiada, la sonrisa cariñosa borrada de su rostro para
siempre, la chispa de amor y confianza perdida y ya no más en sus ojos; una
persona que se atrevería a matar a su propia familia por conseguir lo que
quiere. Una traidora y bruja.
Bloom sacudió la cabeza; sabía que no debía pensar eso. Ella se sintió
cansada de repente sin saber por qué, sin deseo de ver a nadie y estar sola.
Quedándose en donde estaba, cerró los ojos, y al abrirlos vio su propia
habitación oscura. Se sobresaltó y miró el reloj, descubriendo que había
dormido más de los deseado y ahora eran las once. ¿Ahora qué iba a hacer para
volver a dormir normalmente de nuevo?
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Bloom suspiró y se sentó sobre su cama. Se puso su pijama y se preparó
para dormir. Se acostó y cerró los ojos por un buen rato, pero el sueño no
venía y no lograba dormir. Ella se daba vueltas o hundía su cabeza bajo la
frazada, o volteaba la almohada para sentir el lado más frío, pero el sueño se
le había quitado. Cuando abrió los ojos otra vez vio su reloj: doce y treinta y
dos. Se sintió verdaderamente molesta y viendo que no tenía nada más que hacer,
se dirigió a la puerta de su habitación y la abrió, sacó la cabeza y miró si
había alguna persona, ya sea sirviente o rey, despierta. No vio a nadie y salió
de su habitación, cerrando la puerta detrás de ella cuidadosamente. El pasillo
estaba muy oscuro, y por eso chasqueando los dedos, lo iluminó con una pequeña
llama de fuego, como si fuera una vela sostenida en la oscuridad.
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Lentamente, tratando de hacer el menor ruido posible, se dirigió a su
destinación. Cada paso la hacía dudar de alguna manera, haciéndola preguntarse
si estaba haciendo lo correcto y si esto era la mejor (o peor) decisión. Pero
siempre había en su corazón un sentimiento que la ayudaba a seguir adelante, a
pesar de que no era una cosa tan difícil el ir de una habitación a otra. Pocos
minutos después Bloom pudo ver la puerta del cuarto al que se estaba
dirigiendo. Se acercó cautelosamente y paró frente a esta. Agarró la manija de
la puerta y la giró, tratando de no hacer sonido alguna. Abriendo la puerta,
pudo ver la silueta de una persona de espaldas sentada sobre el borde de la
cama, mirando la ventana frente a ella, por la que pasaba una débil luz de la
luna, la única luz de la oscura habitación.
(Escuchar Mientras Leen)
-Hola –dijo Bloom en voz baja mientras cerraba la puerta, aún con la
llama en su mano. Su hermana no respondió, sino siguió observando lo que se
extendía más allá de su hogar a través de la ventana-. ¿Te sientes bien? –le
preguntó con una dulce voz. Ella se sentó junto a Daphne y observó su rostro:
sereno y tranquilo, pero en sus ojos había dolor y arrepentimiento.
-No –murmuró la ninfa mirando al suelo, sus manos juntadas, las sobaba
como si estas hubieras sido heridas-. No, no lo estoy.
-¿Por qué es eso? –preguntó Bloom parándose cerca de la ventana, viendo
el cielo oscuro y estrellado, con la luna blanca emitiendo una débil luz.
-Fue el día de tu cumpleaños, Bloom... Fue ese día en que esta pesadilla
empezó; para ti y para mí –Daphne cerró los ojos- Trató de recordar, Bloom –dijo-.
Pero mi mente se pone en blanco cuando lo intento.
-¿Recordar qué? –inquirió Bloom, volteando a ver a su hermana con una
mirada preocupada y un tanto curiosa. Le tomó un tiempo a Daphne responder.
-Mi antigua vida –respondió finalmente-. Mis amigos íntimos. Tu sabes, esa
vida que todos ustedes alguna vez han tenido. Pero el problema es, que yo
siento como si nunca hubiera vivido una adolescencia... No sé si entiendas.
Bloom creyó haber entendido, pero prefirió no decir nada. Esta era ahora
una conversación que Daphne llevaba, y sentía que no era su elección si quería
cambiar el tema o terminar la charla. Esta vez ella quería quedarse callada y
escuchar con oídos atentos; esta vez iba a tratar de desenmascarar la verdad
escondida.
-No –murmuró Daphne, como si hablara consigo mismo. Sacudió la cabeza-.
No, tú no entiendes. Has perdido dieciseis años, pero aún has vivido una vida
feliz. Siento que yo no. No puedo recordar. Ahora todo es borroso. Es como si
hubiera una niebla frente a mi, una pared que yo no puedo romper. Sé que al
otro lado hay algo más, pero tengo miedo de cruzar –suspiró-. Esto es lo único
que pude conservar.
De repente ella abrió las palmas de sus manos, y Bloom pudo ver con
claridad que había ahí un collar hecho de plata, o incluso tal vez de oro, con
incrustaciones de diamantes, y había una gran joya blanca con forma de un perfecto
corazón. Parecía que de aquel collar una suave luz blanca salía e iluminaba las
manos de la ninfa. Le pareció a Bloom que el collar era como un globo de mil
facetas, como el agua al sol, como la nieve bajo las estrellas... Como la
lluvia sobre la luna.
-¿Qué es eso? –preguntó Bloom en voz baja. Era obvio lo que era, pero
tenía el presentimiento que era algo mucho más que eso, algo incluso muy poderoso.
-Un collar –respondió Daphne con la voz dulce que una madre utilizaría
al responder a unas preguntas inocentes de un niño-. Un collar que hasta ahora
todos los herederos de Domino han conservado: en secreto, aunque no se sabe la
razón. Se dice que trae luz en la oscuridad, y ayudara al portador a descubrir
el verdadera camino, cuando esté en las tinieblas... Pero no de mucho me ha
servido.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir –empezó a decir Daphne lentamente, mirando a Bloom a los
ojos-. Que ha de pasar al siguiente heredero –y diciendo esto, agarró
dulcemente la mano de Bloom y la acercó a la suya. Dejó el collar en la mano de
su hermana-. Es tuyo ahora.
-Pero... –balbuceó Bloom, no sabiendo muy bien qué decir-. Yo no puedo
conservarlo –dijo-. No sería capaz de... Guardarlo, protegerlo. Tú sabes lo que
ha pasado, Daphne. Tu misma lo dijiste, la pesadilla ha empezado desde mi
cumpleaños. Es mi culpa. No puedo aceptarlo.
-La tradición dice que así debe ser –respondió Daphne, cerrando la palma
de la mano de Bloom alrededor del collar. Bloom miró a su hermana con ojos
llenos de miedo-. Yo sé que podrás hacerlo.
-Pero –interrumpió la pelirroja-. ¿Y qué del ataque en el lago? No me
digas que lo has olvidado.
Daphne miró a Bloom gravemente. –No lo he hecho –dijo-. Nunca. No lo he
olvidado desde que he despertado hace más de una semana. Y yo no sé cómo
explicarte qué fue lo que pasó dentro de mí. Fue difícil; y duro. Preferiría no
contarte. Por tu propio bien.
Bloom trató de decir algo y convencerla, pero supo que en verdad no
valdría la pena. Se dirigió a la puerta, pero antes de dejar la habitación,
miró una última vez a Daphne, quien estaba una vez más observando la noche, la luna
y las estrellas. Bloom dejó a su hermana para que estuviera a solas, y se
dirigió a su propio cuarto para irse a dormir, con el collar ahora en sus manos
y protección. ¿Pero contra qué?
Voilá! Hecho! En menos de dos días, supongo! Espero publicar así los capis más seguidos!
Lamento que este haya sido muy largo. Pero, hey! Bloom consiguió el collar! :D
Siguiente!
"Enferma De Culpa" (espero, porque a veces cambio los títulos xD)
Mañana escuela, donde voy a leer en voz alta cosas japonesas que no entiendo!
NooOOOooOo!!1!11!
10 comentarios:
¡Increíble, como siempre! La última parte me gustó mucho jaja :-)
PD: Qué bonito el collar XD
Gracias! Te agradezco que siempre te des el tiempo para comentar! :D
PD: ¿¡Lo sé, no!? No sé si te lo puedes comprar, pero si tuviera el dinero, lo haría! X3
PD 2: ¿Capi del Pasado Perdido? 。◕‿◕。
Genial ...me encanta ...quiero seguir leyendolo.Me enamore de tu nove
Genial ...me encanta ...quiero seguir leyendolo.Me enamore de tu nove
Muchas gracias! :3 Pronto publicaré el siguiente capítulo xD
¡De nada! En cuanto vi: 'Innumerevoli Lacrime: Una Promesa Rota | Cap. 13: El Colgante
Protector' ésta fue mi reacción: (O) _ (O) XD
PD: Tal vez lo publico hoy 。◕‿◕。
¿Qué tal leyendo cosas que no entendías en la escuela? XD
Más o menos. Leí con voz recontra baja, pero todos estaban aburridos desde hace rato... Porque todos nosotros odiamos Comunicación Integral y Compresión de Lectura X3
También, qué chistoso que hayas preguntado! xD
Jajajajaja XD
Si que tiene que ser aburrido jajaja :-)
Wow, sí que me demoré mucho en responder este mensaje. Lo siento xD
。◕‿◕。 Yey, la carita!
PD: Ahora quiero el capi 9 .-. lol
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