*alza la mano* Estoy aquí, estoy aquí *sigue escribiendo 4 capítulos más*
Ok, entonces, explicaré que sucedió. Bloom y Daphne se prepararon para ir a las fiestas de Navidad que cada una debía atender, y mientras Bloom charlaba y reía, una Michelle golpeada por Mitzi acudió a su casa. Bloom fue a donde Mitzi, y supo que había destruido su hogar. Mientras tanto, Daphne le dijo a Thoren (con quien había roto) que “ya no lo amaba”. Bloom habló con Mitzi, que había estado oyendo voces hablando de ella, Daphne, y una “flor” por muchos años. Bloom le tuvo que dar una bofetada para que ella volviera a ser la misma de antes. Entonces, ella y las dos niñas fueron a celebrar Navidad en la casa de Mike y Vanessa.
Por fin Bloom había vuelto a Domino; y mientras muchos otros se alegraron al oír la noticia, ella misma no lo hizo tanto como sus amigas. En todo el día que estuvo con sus padres, ella no vio en ningún momento a su hermana, y se preguntó si estaría bien. Pero no sólo eso, en la cena sintió la sensación de que alguien la estaba observando de cerca, pero cuando volteaba caía en la cuenta de que no había nadie. Y cuando volvía a comer sentía un par de ojos posados en ella. Uno invisible.
Luego se fue a dormir, esperando no soñar nada extraño ni aterrorizante. Y felizmente, no lo hizo; aunque se encontró en una enorme casa, de piso blanco como la nieve y paredes doradas con dibujos de ramas curvadas del mismo color y oraciones escritas en una lengua desconocida. Ahí ella había oído un llanto en la lejanía, y se dirigió a la habitación de donde provenía el lamento. Al llegar vio una mujer sentada junto a una cama donde descansaba una persona, y estaba agarrando su mano fuertemente, como si su vida dependiera de ello. Bloom se acercó a ella con el fin de consolarla, pero la otra se volteó rapidamente, y empezó a gritar cosas sin sentido, y se volvió evidente de que la culpaba por la muerte de un ser querido.
-¡Es tu culpa! –decía entre sollozos-. ¡Todo! Si no fuera por ti y tu maldito fuego, ¡nada de esto hubiera pasado! Me dijo de quien sospechaba, ¡y eras tú! No quiero verte a ti ni a tu familia otra vez. ¡Largo de aquí y déjame en paz!
No pudo ver claramente su rostro, ya que estaba cabizbaja, pero el tono de su voz la asustaba, y salió de la habitación oscura tan rápido como puedo. La mujer alzó la cabeza, y pudo ver sus ojos rojos y llenos de lágrimas sólo por un breve segundo, ya que luego cerró la puerta y volvió a la persona difunta. Su amargo llanto fue oído a través de las paredes blancas tal como antes; y Bloom tuvo deseos de entrar una vez más, pero algo le dijo: “es un momento difícil para ella, déjala”. Y así lo hizo.
Tan pronto como decidió continuar explorando la gran casa (que fue instantes después de haber escuchado a aquella voz dentro de ella), oyó a alguien llamando su nombre. Bloom... Despierta... Bloom... Despierta. Repetidas veces, y nunca cesaba. Se quedó parada, inmóvil, mientras pensaba de dónde era aquella voz. Recorrió diferentes habitaciones, y el llamado se oía a veces lejano, otras demasiado cercano, pero no lograba encontrar al que hablaba. No sabía si el tiempo existía en aquel lugar, pero si era así, entonces de seguro habían pasado horas sin notarlo. Finalmente, ya en el último piso, abrió una última puerta, dudando de que fuera a ser la correcta; pero para su sorpresa lo fue, y despertó con una voz familiar repitiéndole constantemente que despertara.
-Hay algo que quiero mostrarte –le susurró su hermana al oído; Bloom bostezó mientras se sentaba, y sólo su mirada bastó para saber que su respuesta era un rotundo “no”. Pero aún así Daphne continuó insistiendo, y a ella le extrañaba que estuviera tan entusiasmada por el simple deseo de querer enseñarlo algo, y finalmente accedió a acompañarla, y fue obligada a dejar la comodidad de su suave cama.
Siguió a Daphne, tropezando con sus propios pies y de vez en cuando cerrando los ojos por largo tiempo, hasta el salón de baile, un lugar que ahora se encontraba totalmente oscuro, y apenas podía ver a la ninfa en la distancia.
-¿A dónde vamos? –le preguntó mientras se cubría los ojos, como si con sólo hacerlo le quitaría toda la fátiga que estaba sobre su cuerpo.
-Al campo abierto –respondió ella, y su voz hizo un ligero eco. Bloom llegó hasta una puerta que dirigía a uno al jardín, y la cerró detrás de ella y sus ojos se clavaron en aquella fuente que significaba tanto para ella. Pero era de noche; ¿qué hacía ahí?
Estaba a punto de preguntar y abrir la boca una vez más, pero en ese instnate Daphne habló y le dijo que la siguiera; juró que pudo oír su sonrisa. Oyó entonces unos pasos furtivos a unos cuantos metros de ella, y luego una silueta delgada de una persona, y supo que era su hermana. Apenas podía ver algo en aquella oscuridad.
-Ten, aquí un poco de luz –le dijo la ninfa, como si hubiera leído sus pensamientos. Bloom pudo notar cómo el fuego aparecía en sus manos, y le entregaba la bola a ella. Daphne gimió por un breve segundo, cubrió su estómago y tosió repetidas veces, causando que el hada se preocupara- No es nada –le dijo casi inmediatamente-. No es nada. Vamos.
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Empezó a correr, y parecía que ya no le importaba andar con cautela. Entonces paró y alzó los brazos, y respiró hondo. –Finalmente –murmuró-. Libre.
-¿Qué era lo que deseabas enseñarme, ah? –dijo Bloom bruscamente, ya queriendo volver a su cuarto de dormir para descansar. Pero a su hermana no le importó su ruda actitud y sonrió, y apuntó al cielo. Ella miró en aquella dirección, y vio el firmamento poblado de un mar de estrellas; millones de puntos blancos realmente brillantes en cada lugar, y sintió una extraña sensación en su corazón, como un deseo de seguirlas, tocarlas, alcanzarlas.
-Estrellas.
-Para ti son unas estrellas, pero para mí son algo más.
Bloom esperó a que continuara, mientras aún miraba arriba, admirando la belleza de la noche. De repente la voz de Daphne se volvió lejana, como un eco, pero podía oírla perfectamente dentro de su interior. Algo difícil de explicar.
-Son faroles.
-¿...Qué?
-Hay muchas cosas que he querido explicarte, y creo, Bloom, que la hora ha llegado. Dije que mi cuerpo estaba indeciso, si vivir o morir, pero algo que no explique era que mi ser no elegía; sino yo. No sé si hice lo correcto en esconder la verdad de ti, pero me supongo que al final mereces saberlo todo. Decidí continuar con mi vida, y mis heridas se curaron, pero no enteramente, pues toma mucho tiempo en que lo hagan y para ello no tengo que estar continuamente en movimiento, pero hice lo opuesto y empeoré mi propia situación. Antes de eso creé un hechizo para esconder mi figura fantasmal, y sé que durara por varios meses, y años, espero. Hasta ahora no se ha roto, pero he pasado por otras cosas que me han debilitado...
-¿Cómo cuáles?
-Ahora eso es algo que prefiero guardármelo a mí misma y preferiría no especificar, no quiero confundirte. Si yo no sé las respuestas y hay más preguntas que ellas, contarte no serviría de nada. Sólo diré que no pensé correctamente por unos breves momentos, e hice algo que lamento; pero aquello me ayudó de alguna manera a recordar algo que creí haber olvidado, aunque aún hay cabos sueltos. Eso me debilito en el interior, si se me entiende, y mi mente se volvió más fácil de... Manipular. Pero el fuego, Bloom, es algo que no soy capaz de controlar más. Semanas antes eso mismo fue lo que me hirió, y como es mi poder, mi ser estaba confundido. Porque, ¿era algo malo si la Llama me hería? Por esa razón ahora no puedo usarlo tan bien como antes.
“Y en cuanto a aquel Colgante; ni siquiera yo sé qué es exactamente, así que te recomiendo que no lo pierdas ni lo uses de ninguna manera, sólo manténlo a salvo, y tal vez, quién sabe, podrás entregárselo al heredero del Trono, si es que en verdad llegas a confiar en él o ella.
-¿Qué se supone que es este collar? –preguntó Bloom absorta en lo que Daphne decía.
-Tiene el poder para guiar en la oscuridad y vencerla con luz; sana y protege con recuerdos, eso es todo lo que sé, y no logró aún entender el significado. Parece obvio, pero hay más que eso... Puedo sentirlo.
-...Gracias –dijo el hada finalmente luego de un largo silencio, en el que ambas chicas sólo observaron las estrelas titilar en el cielo-. Por hablarme.
-Es lo menos que podía hacer, sabes.
Bloom suspiró. –Pero no me has explicado: ¿por qué son faroles? –apuntó hacia arriba con una expresión confundida grabada en su rostro. La otra rió entre dientes.
-Lo olvidé –dijo-. Pues bien... Se supone que las estrellas brillan en el firmamento, mientras que los faroles guían ayudan a los botes a encontrar el camino, ¿no es así?
Bloom asintió con la cabeza. Entonces Daphne se paró y le ofreció su mano, la cual aceptó y usó como ayuda para pararse al igual que ella. Una vez a su lado, la ninfa agarró fuertemente su mano, y le dijo:
-Si los faroles que esperan en las bahías guían a los botes a encontrar el camino, pienso que estos que se encuentran en el cielo tal vez puedan hacer lo mismo y ayudarnos a hacer las decisiones correctas en la noche, Bloom.
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