En el Libro
del Destino se encontraba escrito la historia de Domino, con capítulos acerca
de un miembro de la familia real en específico, de principio a fin; aunque el
final es desconocido para muchos, y puede llegar a cambiar radicalmente
dependiendo de las decisiones de uno. A veces lo hacía y otras veces no lo
hacía en absoluto y la persona estaba condenada a sufrir aquel futuro, lo
quisiera o no. Muy pocos deseaban conocer que iba a ser de su vida, y si alguna
vez tenía la única oportunidad de saberlo, la mayoría la rechazaba y daba la
vuelta, pues a pesar de que lo querían lo temían al mismo tiempo, y el miedo de
alguna manera ganaba siempre la batalla. ¿Y si tú tuvieras la oportunidad de
ver tu verdadero futuro, la tomarías?
A esa pregunta Bloom definitivamente diría
un sí. Al día siguiente, luego de la conversación bajo las estrellas, ella
sintió como si ello nunca hubiera ocurrido. Por varios minutos ella pensó y
pensó mientras continuaba acostada sobre su cama, hasta que finalmente salió de
su habitación, y abrió la cortina que tenía detrás el atril con el libro ya
abierto.
Suspiró y se acercó al objecto con lentitud.
Entonces volteó las páginas una y otra vez, ya que contenían palabras de una
lengua extraña que no lograba comprender, y suponía que no decían nada
importante. Después de siete páginas con garabatos incomprensibles, Bloom
encontró aquel tipo de letras que, luego de esperar unos cuantos segundos,
llegaban a formar un dibujo. Las finas líneas negras se fueron juntando al
centro y se unieron y volvieron un bulto que pronto tomó forma, poco a poco.
-¿Pero qué hace? –dijo una voz grave. El
hada volteó de golpe, pues la súbita aparición de Bartelby la había asustado.
-Oh, tú –murmuró ella y cruzó los brazos-.
Sólo estoy leyendo el Libro del Destino.
-Usted ya ha hecho hace hace unas cuantas
semanas. Ha visto su boda y su familia, ¿qué más quiere ver?
-Quiero ver cómo llega todo eso a suceder
–replicó Bloom y dirigió su atención al libro otra vez-. Curiosidad –le dijo al
escritor.
Vio en la hoja usada y vieja una imagen
pacífica pero también perturbadora. Había ahí una cama con azucenas y laureles,
y sobre todo esto se encontrada echada una mujer con los ojos cerrados; las
manos sobre su pecho, y una dulce sonrisa formada en sus labios. Aquello no
parecía ser nada malo, pero luego Bloom miró abajo, y supo que estaba
equivocada. Había gente alrededor de la cama, en el fondo y apenas visibles, y
otras cercanas y bien dibujadas, y cada una de las personas tenía lágrimas en
los ojos y pañuelos blancos en las manos. Estaban llorando y lamentándose,
mientras la hermosa dama dormía y soñaba un sueño tranquilo y sin agonías.
-¿Blancanieves no está dormida, verdad?
–preguntó la pelirroja alzando una ceja, y sacudió la cabeza levemente-. ¿Qué
rayos pasó?
Pero Bartelby había desaparecido.
Sintiendo más libertad que antes ahora que
aquel fantasma aparentemente la había dejado para que continuara su búsqueda,
ella se dirigió a la siguiente página, pero sólo se encontró con una hoja en
blanco, sin manchas de tinta oscura o algo que le indicara algo. En esta no
había absolutamante nada, al igual que las que seguían, y no podía evitar
preguntarse si había hecho algo mal para que el futuro feliz con la familia
hubiera desaparecido. Ni siquiera en la última página había algo escrito. Se
preguntó si tal vez algo había cambiado en consecuencia a una de sus acciones.
Buscó y buscó una respuesta con ansiedad e impaciencia, y en menos de unos
cuantos minutos ya suspiraba llena de alivio, su mano posada firmemente sobre
una imagen. No estaba en el final ni en el principio, sino en la mitad del
libro; con varias páginas blancas antes y después, probablemente sucesos que hasta
no iban a ser revelados. La quitó pero las figuras que allí se encontraban no
eran las que ella esperaba. Los niños que tanto se había esforzado en memorizar
no eran los mismos, al menos en apariencia. No había más niños de piel morena,
en realidad, habían sido reemplazados por otras dos personas completamente
diferentes. Tampoco se podía ver a alguien de cabello anaranjado, que Bloom
creyó ser su única hija.
Aquellas observaciones la preocuparon
gravemente, ya que ello significaba que por lo menos tres vidas inocentes
habían sido eliminados de la faz del Universo a causa de las decisiones de una
persona. Pensó en cómo volverlo a la normalidad pero cayó en la cuenta de que
no era ella misma la que había eliminado a dos niños de tez oscura.
Era Aisha.
-¿Por qué, por qué, por qué? –se repetía
Bloom-. ¿Por qué creerías que Nabu jamás iba a regresar? ¿Por qué? –con unos
suspiros logró controlar su desconcierto y trató de abandonar aquel tema
distrayéndose con algo más-. Veamos... La de rosa es la de Tecna, la de azul es
de Musa, las dos niñas castañas son de Flora; y supongo que el de negro es
también de ella. ¿Tres hijos? ¡No puede ser! El de naranja es de Stella, ¿o es
ese mi hijo? No tengo la menor idea. Los de cabello marrón serán de Aisha, o de
Roxy, ¿se va a casar o no? ¿Con quién? Aisha con Roy y Roxy con Manuel... ¿O
Andy?
Jaló uno de sus propios cabellos rojos en
señal de frustración, y volteó la hoja, buscando un anterior o posterior dibujo
que le ayudara a resolver el misterio de la mujer durmiente, sin éxito. No
comprendía por qué hasta cierto punto su futuro ya estaba resuelto, pero el
antes y después aún eran inciertos. Cayó en la cuenta de que no había nada más
que descubrir, y dejó el libro abierto en una página completamente diferente,
en caso de que otra persona viniera con el mismo propósito que ella lo hizo.
Salió lentamente de la pequeña habitación, esperando observar a Bartleby
aparecer repentinamente; pero lo último no sucedió.
La cortina guinda cubrió entonces el atril,
y Bloom dejó aquella estancia, pero paró en seco al notar en qué manera había
cambiado el gran salón, algo que no había visto al bajar las escaleras;
probablmente a causa de la fátiga que aún pesaba sobre sus hombros. Sus
alrededores se mostraban más coloridos que antes, decorados con globos y
listones en las paredes, y en la distancia podía ver un alto escenario al que
le faltaba demasiado poco por estar terminado.
-Oh, querida, veo que estás despierta. Dime,
¿de dónde has salido? –preguntó Marion, quien se encontraba junto a su hija,
con las manos alzadas, creando todo lo que momentos antes Bloom había visto.
-Madre, ¿qué estás haciendo?
-Decorando el castillo para la fiesta de
esta noche –dijo alegremente la reina.
-Año Nuevo, ¡eso es! Por un instante lo
olvidé por completo –suspiró Bloom-. Eso me pasa por dormir tan... To –mesas y
sillas con manteles blancos aparecieron junto con unos cuantos brillos
amarillos, y luego floreros con azucenas-. ¿No crees que está mal procrastinar?
-Esto no es procrastinación, Bloom –le dijo
su madre-. Apenas son las once de la mañana y los invitados llegarán a las nueve
de la noche; quedan muchas horas para arregalar los preparativos.
-Igual pienso que es algo malo dejar las
cosas a último momento.
-Como tú digas, cielo.
El hada sonrió y se dirigió a su habitación para
dejar a Marion tranquila colocando los muebles sin los constantes comentarios
del alguien presente aconsejándole de diferentes maneras tediosas. A la reina
de Domino no le gustaba ser “corregida” en cuanto a estilo, en especial
mobiliaria. Bloom cruzó el pasillo, saltando a veces, feliz como estaba de que
ese mismo día empezaba algo nuevo. El sólo pensar en ello la regocijaba, ya que
le daba esperanzas y ayudaba a creer que el destino tomaría un nuevo curso
hacia lo bueno, tanto en su vida como en el de los demás. Pasaba junto a la
habitación de su hermana Daphne, cuando de repente oyó una voz femenina del
otro lado recitar un triste poema en voz alta:
En un mundo silencioso, de sueños olvidados.
Donde yacen desilusiones y penas.
Un mundo en donde los sueños y esperanzas han muerto,
Y han declarado su último adiós
En una tierra desierta, de tiempos ya pasados,
Donde una vez pisamos.
Como hojas de otoño, de sueños veraniegos,
Abandonados fríos y muertos.
El invierno se enfrían, con sueños frustrados,
Permanecen en el suelo.
El cariño y el brillo han dejado mi mundo,
Ahora ya no estás cerca.
En un mundo silencioso, de sueños olvidados,
Un lugar que fallamos en amar.
Miró a la estrella, que deseámos,
Pero tristemente fallamos en alcanzar.
Pegó su
oído a la puerta y escuchó con atención, pero no surgió otro sonido más que
algunos suspiros. Continuó su camino, y en ese mismo momento sonó la alarma que
indicaba la llegada de un mensaje a su celular, y Bloom vio que se trataba de
su mejor amig, quien la invitaba a una salida de compras. Gustosa, ella aceptó
y se encontró con ella en el lugar indicado minutos después. Aprovechó el
tiempo para hablarle de lo ocurrido en su estancia en Gardenia, sin omitir su
encuentro con Michelle ni con Mitzi, ya que confiaba plenamente en Stella y no
temía ningún peligro. La rubia escuchó absorta en su anécdota, pero eso no
evitó que siguiera siendo la misma persona obsesionada con la ropa.
-¿Qué le pasa a la loca de Mitzi, se habrá
tomado algunas drogas? –bromeó Stella.
-No parece. No es la clase que hace esas
cosas para sentirse mejor. Ella ya se
siente bien con todo lo que tiene.
-Piensa, quizá se obsesionó contigo de más y
al tomar algunas píldoras para quién sabe qué empezó a oír voces. Tal vez ya
conocía a Daphne antes de eso y con la flor de la niña se volvió crazy.
Bloom meditó por unos momentos. –Nop. No me
lo trago. Alguien habló a través de ella, Stella, otra persona extraña. Ah,
nada tiene sentido, ¿no es así?
-¿Qué te crees que soy? No soy la persona
más inteligente de todo el universo y no se qué decir tampoco. Sólo espero que
esa sapo esté en un hospital mental, de verdad que me alegraría el año nuevo
–respondió su amiga-. Algo raro está pasando aquí, pero no entiendo ni michi de
por qué iría tras Mitzi, ¿de qué sirve ella? Estás lejos y ella no sabe cómo
llegar aquí. No puede herir a nadie, excepto a Macy.
-¿Sabes qué? Estoy harta de este tema.
Dejaré eso para después, mientras vamos a comprar ropa bonita para nuestra
futura boda, ¿sí?
Ambas comieron helados luego de haber
visitado muchas tiendas, y finalmente se despidieron, con Stella prometiendo
asistir a la fiesta iba a ser celebrada en Domino. La pelirrja regresó al
castillo ya entrada la tarde, y faltaban apenas unas cuatro horas, pero para
pasar el tiempo Bloom no tenía una gran cantidad de cosas que llevar a cabo,
salvo leer y entrar el Internet. Hizo ambas cosas, y al usar su laptop se
aburrió viendo videos aparentemente divertidos y leyendo un periódico online
del planeta Tierra; aún quedaba una hora con dieciséis minutos restantes. Cada
día necesitaba salir a algún lugar acompañada de sus amigas para no pasar unas
largas veinticuatro horas sin hacer practicamente nada. Platicar con su hermana
era una buena idea, pero se encontraba en un estado tan confuso, que ya
extrañaba los tiempos de enseñanza en Alfea. Era profesora en aquella escuela,
y enseñaba técnicas de ataque y defensa junto con las demás Winx, pero por el
momento estaba privada de ello, ya que las vacaciones no terminaban sino el
quinto día del primer mes del año.
Sin otra actividad en mente, optó por
escribir en su diario.
Hola, otra vez, luego de varias semanas. Hoy es el 31 de Diciembre, horas
antes de que empiece la fiesta de Año Nuevo. Estoy emocionada. Siento que es
como un nuevo comienzo. Muchas cosas han sucedido antes de que llegara este
día; cosas que yo hasta temo escribir aquí, si es que alguien alguna vez llega
a encontrar esto y leerlo. Han habido sucesos extraños, ¿pero qué no es extraño
en este mundo? Cuando las Winx acudan a Domino me asgeuraré de hablar con Aisha,
creo que algo ha cambiado dentro de ella.
De verdad que no tengo mucho que escribir en estos momentos, ya que
prefiero mantenerlo todo en mi cabeza y sólo en mi cabeza. Al menos no lo
olvidaré. Sólo pasaré estas horas pensando en qué hacer para dejar el tiempo
pasar lo más rápido posible. Ah, aburrimiento, ojalá dejarás de existir.
Desearía haber tenido de regalo una vida sin todas estas “imperfecciones”. No
estaría esperando a ningún enemigo que me fuera a robar mi poder. Aunque creo
que esto es peor.
Cerró el
cuaderno y dio un bufido; reino el silencio. Consideró conversar con la ninfa,
pero una parte de su ser le decía de que ello no era lo indicado. Entonces se
echó en su cama y tomó una pequeña siesta, pero no pudo reconciliar sueño
alguno con su conejo gris tratando de acurrucarse en sus manos o debajo de su
almohada.
Cuando se sentó de nuevo con su cabello
despeinado, vio que restaban treinta minutos, y apurada se peinó, vistió, y
maquilló lo mejor que pudo. Al terminar, bajó las escaleras y contempló cómo se
encontraba el gran salón. El escenario estaba ya construido con diferentes
instrumentos musicales, y en una zona apartada estaba una mesa larga y
rectangular con muchos platos de comida, y ponche de frutas. Las otras, que
eran circulares, estaban colocados junto a las paredes, de manera que hubiera
gran espacio para que los invitados bailaran libremente mientras la música era
tocada. La decoración estaba conformada por serpentinas doradas y globos del
mismo color con algunos blancos; y estrellas de aluminio amarillo estaban
atadas con cuerdas y adheridas al techo. Todo el ambiente prometía ser una
alegre reunión.
Bloom esperó la llegada de sus siete amigas,
y pasó el tiempo conversando con sus padres, porque Daphne no se encontraba
cerca ni en ninguna parte del lugar. Pero en el momento en que las Winx
llegaron, Aisha fue la primera en hablar:
-¿Saben algo? Creo que Nabu nunca vendrá
–las chicas pidieron detalles, y entonces ella respondió a sus preguntas-. Pues
él no regresaba, así que mis padres cancelaron la boda. Dijeron que debía casarme
con otro, porque no iba a poder esperar por toda la eternidad por Nabu. ¿Y
saben? Creo que tienen razón. Creo que debo olvidarlo, digo, ya han pasado más
de cinco años. ¿Y si nunca vuelve, qué hago? Tendré sescenta y yo seguiré
pensando: “Tal vez volverá mañana” hasta que me muera. Mejor continuó mi vida;
quiero decir, tengo a Roy –sus amigas trataron de cambiar su mente en vano.
-Con que eso era, entonces –pensó Bloom
minutos después-. Si antes habían dos de sus hijos morenos, significa que si
iba a volver; pero ahora que ya piensa diferente, han sido reemplazados... ¿Por
qué? –en ese mismo instante Roxy la llamó, para que las siete comieran juntas,
ya que todos los invitados estaban presentes, y la fiesta de Año Nuevo
oficialmente había comenzado.
Por dos horas la gente comió a sus anchas, y
habló con entusiasmo, mientras esperaban impacientemente a que el gran reloj en
la habitación tocara las doce. Daphne apareció luego de su larga ausencia, pero
ni los reyes se molestaron en saber qué había estado haciendo secretamente. En
realidad ella se había dirigido al lago Rocaluz a sentarse al borde de este, y trató
de crear fuego. En las últimas veces el dolor había disminuido, aunque no
completamente, y la ninfa formó la teoría de que, sin continuaba de aquella
manera, su cuerpo eventualmente se acostumbraría a su poder otra vez, y no
sufriría más heridas. Sus manos estaban con leves quemaduras. Para desgracia
suya, Thoren había asistido a la celebración, y la mayor parte del tiempo sólo
se ocupó en evitarlo y esconderse con la ayuda del público, que comer y
disfrutar de la fiesta como su hermana.
Cuando el reloj indicó las once, la ansiedad
se pudo sentir en el aire, y de vez en cuando había uno que otro murmullo y
risita, y las personas contaban cada segundo, el tiempo volviéndose cada vez
más lento que antes. Tecna se levantó de su asiento.
-Vamos –les dijo a sus amigas, y corrió al
escenario seguida por las Winx. Pronto cada chica tuvo en sus manos su propio
instrumento musical, y en el lugar reinó el silencio, todos adoptando una
actitud expectante. Musa prendió el micrófono y recitó un largo discurso, dando
las gracias a la gente por haber venido, y hablando también del Año Nuevo.
-Odio estas cosas –murmuró Stella entre
dientes, ganándose un leve codazo amistoso de Bloom, y risitas de las que se
encontraban suficientemente cerca cómo para escuchar su comentario. Tan pronto
como Musa terminó, se oyeron los fuertes aplausos, y Tecna empezó a tocar su
teclado, y Bloom cantó para el público:
When the days are cold, and the cards
are fold
And the saints we see, are all made
of gold
When your dreams all fail, and the
ones we hail
Are the worst of all, and the blood’s
stale
I wanna hide the truth, I wanna
shelter you
But with the beast inside, there’s
nowhere we can hide
No matter what we breed, we still are
made of greed
This is my kingdom come, this is my
kingdom come
*When you feel my heat, look into my
eyes
It’s where my demons hide, it’s where
my demons hide
Don’t get too close, it’s dark inside
It’s where my demons hide, it’s where
my demons hide
At the curtain’s call, it’s the last
of all
When the lights fade out, all the
sinner crawl
So they dug your grave, and the
Masquerade
Will come calling out, at the mess
you made
Don’t wanna let you down, but I am
hell bound
Though this is all for you, don’t
wanna hide the truth
No matter what we breed, we still are
made of greed
This is my kingdom come, this is my
kingdom come (*Coro)
They say it’s what you make, I say
it’s up to fate
It’s woven in my soul, I need to let
you go
Your eyes, they shine so bright, I
wanna save their light
I can’t escape this now, unless you
show me how! (*Coro)
La canción
llegó a su fin, y cantaron aún muchas más, hasta que en el reloj se pudo
contemplar ambas flechas, indicando que era un cuarto para la medianoche. La
reina de Domino hizo aparecer tres enormes platos colmados de uvas, tanto
moradas como verdes, y todos se encargaron de agarrar doce de estas para uno
sólo. Y antes de que llegara la hora de comerlas en los últimos segundos del año,
conversaron y danzaron. Bloom había estado charlando con Sky por un corto lapso
de tiempo al igual que sus amigas con sus respectivos novios; y el principio
fue apenas oraciones pequeñas y momentos incómodos, aunque pronto rieron y
actuaron como si nada se hubiera interpuesto entre ellos. Pero entonces entró
el deseo de ver a sus padres en su corazón, y el hada pelirroja fue en busca de
ellos en el amplio salón.
Mientras caminaba, su atención se volvió al
techo y a las paredes, más que a las tiernas parejas que bailaban alegremente;
y a medida que observaba los muros, una sensación de inseguridad creció en su
interior. Se vio a sí misma como una fiera salvaje, que deseaba
desesperadamente por huir, pero para su desgracia se encontraba encerrada en
una jaula con un candado; la llave desparecida, mientras que los barrotes se
agrandaban, y su propio cuerpo se empequeñecía. Aquella visión fue demasiado
para ella, y entonces comenzó a sentir que en verdad las paredes se achicaban y
la atrapaban. Emprendió una carrera, queriendo ver a sus padres para que ellos
pudieran convencerla de que lo que pensaba no era nada más que su propia
imaginación, pero los invitados lo convertían en algo más complicado. Los
empujó sin siquiera murmurar unas disculpas, y los segundos que pasaban veloces
fueron una larga eternidad. De repente paró en seco, contemplanto en completa
confusión e incredulidad el espectáculo frente a sus ojos: en el suelo se
encontraban los reyes de Domino, tiesos y sin vida.
Su respiración se aceleró drasticamente, y
sus manos temblaron, pues el miedo la dominaba. Bloom ya no era capaz de
diferenciar la realidad de la ilusión, pero recordó aquel primer sueño, antes
de que todo comenzara... El sólo pensamiento de ello le causó un gran disgusto,
y al seguir viendo los dos cuerpos inertes su vista se volvió borrosa y gris,
mientras las lágrimas resbalaban sin detenimiento por sus mejillas.
-Nada tiene sentido... Nada tiene sentido
–se decía entre sollozos, millones de diferentes cosas cruzando su mente. Por
un instante fugaz pensó en una vida de otro mundo, en donde todo era perfecto,
y ninguna palabra negativa existía; donde la felicidad era algo escencial y la
tristeza siempre rechazada. Oyendo su llanto, sus amigas la habían rodeado,
tratando de calmarla sin éxito alguno, mientras también intentaban saber por
qué razón se encontraba tan destrozada. Pero no servía nada. Cuanto más pensaba
que lo que había visto era real, más mareada se volvía, más confundida, más
deseosa de cambiar cada aspecto de su existencia. “No quiero que mueran, no
quiero que ustedes mueran. No quiero la muerte, no quiero miseria” repetía, y
las Winx no lograban encontrar el significado. Llamaron a su hermana, y Bloom
cayó sobre sus rodillas.
-No quiero ser un hada, no quiero ser una
princesa, no quiero ser la más poderosa de la Dimensión Mágica, no si eso
significa que sufriré esta clase de cosas –murmuraba velozmente-. No quiero
muerte, ni tristeza, ni desgracias, ni miseria; no quiero que hayan secretos,
ni violencia, ni nada negativo. No quier perder a mis padres, ni a mi familia,
ni hermana, ni amigos. No quiero...
Alguien la sacudió y posó una mano sobre sus
hombros, pero ahora Bloom no veía cosa alguna, pues sus alrededores se habían
vuelto negros y oscuros; su primera pesadilla vívida en su mente. Y Daphne le
hablaba, y a pesar de que comprendía lo que decía, no respondía; sentía un gran
vacío en su ser. Y entonces las voces se volvieron desconocidas, y luego no
entendió las palabras que mencionaban... Pronto se volvieron lejanas, ecos en
una enorme cueva; murmullos... Sonidos...
Y finalmente, sus oídos dejaron de oír, sus
ojos dejaron de ver, su cuerpo dejó de sentir, cuando sucumbió al sueño eterno
y sin fin.
Siguiente: "La Princesa Que Sueña"
3 comentarios:
Enserio Megan (o Maki, como prefieras :3) ¡¡Me matas!! Este capítulo es simplemente perfecto, me encanta la manera en cómo escribes, muy intrigante el final!! Dios, no puedo esperar al siguiente!!
( . ) _ ( . )
P.D: Se que llevo un montón de tiempo sin publicar ni nada, en el capítulo que he publicado lo dice todo ;-)
@WinxClubShines-Bloom: Gracias! Y espero por tu nuevo capítulo! :)
(El anterior comentario ha sido borrado poque tuvo un error ortográfico...)
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